Nuestros pensamientos
afectan a nuestras emociones y, con ellas, a nuestra conducta. Así que,
si modificamos nuestros hábitos de pensamiento, también gestionaremos nuestras
emociones y los comportamientos que se derivan.
Una adecuada actitud ante
las difíciles situaciones que se nos presentan en la vida puede hacer la
diferencia entre ganar y perder, entre tener y no tener, entre ser o sólo
parecer. Y es que, por mucho que digan, si tienes claro qué quieres y tu actitud
es de perseverancia y alegría optimista, encuentras soluciones donde casi nadie
las vería.
¿Eres de los que no
contemplan la posibilidad de tirar la toalla, en la parte que dependa de ti?
¿La constancia es uno de los valores que practicas? ¿Sigues la máxima de que
«el que algo quiere, algo le cuesta»? ¿Conoces el valor de la confianza, la perseverancia,
el riesgo o la valentía? Si es así, sigue leyendo.
Te planteo unas pautas para
abordar las situaciones que se nos hacen difíciles y llegar a un punto de
entendimiento con el otro.
¿Qué hacer? Mirar la situación lo más objetivamente
posible, hacer recopilación de todas las alternativas que se te ocurran y optar
por ser valiente. Tienes que exponerte, ser claro contigo y con el otro,
plantear alternativas donde parecía todo perdido y compartir tu opción. Se
trata de alinear cabeza y corazón, sentimientos y pensamientos y trabajar para
estar en sintonía contigo mismo. Si eres sincero, eso se nota y el cliente lo
valora.
¿Cómo te puedes sentir? Puede que algo nervioso, a veces confuso
por los derroteros que pueda llevar la conversación. Sin embargo, si tienes
claro qué es lo que quieres y cómo lo puedes conseguir y, si sabes qué mensajes
alternativos quieres transmitir es más fácil llegar al otro. Ten en cuenta que
la elección debe ser compartida por ambos. Ya sabes que el otro tiene sus
ideas, sus alternativas, sus opiniones y que merece ser escuchado. Trata de
encontrar lo mejor de su discurso.
Acepta al otro tal y como
es, no pretendas cambiarlo. Siempre existe una solución viable y deseable para
ambos, es cuestión de ver con otra perspectiva para encontrar un camino
compartido. Piensa que todo es cuestión de actitud.
El querer encontrar
alternativas, focalizándote en la solución (y no en el problema), hace que el
pensamiento lateral que todos tenemos más o menos desarrollado, entre en juego
en ambos interlocutores, es decir, hacemos a un lado las personas para centrarnos
en generar posibles soluciones. Si anteriormente la emocionalidad ha podido
estar presente e incluso menoscabado la relación; superamos este punto y
llegamos al quid de la cuestión, a través de la búsqueda. Esto hace que se
acerquen nuestras posturas y que nuestro foco no esté en “llevar la razón”, “mi
producto es el mejor”, “tengo que venderle mi producto si o si”; sino en ‘analicemos el problema juntos, demos
diversas soluciones y veamos cuál es la más viable’. Es entonces cuando el
cliente dejará de verte como proveedor o vendedor, para verte como socio o
ayudador. Y estarás más cerca no sólo de que te compre, sino de querer comprarte
sólo a ti.
Parece complicado de hacer,
ya que, al fin y al cabo, se nos mide por los resultados, sin embargo, a la
larga, la fidelización del cliente será mayor aunque en esa ocasión no se haya
quedado con nuestro producto, porque nos verá como aliado queriendo solucionar
problemas, avanzar, ayudarles a crecer.
¡¡Qué mayor satisfacción
puede haber para un comercial, que sus clientes crezcan y haberlos acompañado
en ese desarrollo?!!
¡¡Un win win compartido!!