Esta tarde, leía unos comentarios de una buena amiga, dejados en mi chat, y que me han recordado un libro leído hace años: La Biología de la Creencia.
Bruce Lipton cuestiona no sólo la competitiva versión darviniana de la evolución, sino también el dogma central de la biología, la premisa que los genes controlan la vida. No son las hormonas ni los neurotransmisores producidos por los genes los que controlan nuestro cuerpo y nuestra mente; son nuestras creencias las que controlan nuestro cuerpo.
El verdadero secreto de la vida reside en comprender los sencillos y elegantes mecanismos biológicos de la membrana que recubre la célula, los mecanismos mediante los cuales tu cuerpo convierte señales ambientales en diferentes comportamientos. Durante el proceso de aprendizaje condicionado, las rutas neuronales establecidas entre los estímulos y las respuestas conductuales, se estructuran para asegurar un patrón repetitivo. Estas rutas estructuradas son los “hábitos”. Que son como grandes autopistas que hemos hecho en nuestro cerebro y que nos invitan a reaccionar de la misma manera ante situaciones similares. estos "hábitos" no siempre son buenos para nosotros; en ocasiones nos dicen: "no puedes", "demasiado para mí", etc.
Os dejo con una pregunta:
¿Y si cambiamos la "autovía" que nos hace daño, por una nueva?
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