
Imagina que eres un antílope que está pastando en un claro, y de repente el rugido de un león corta el aire. ¿Tu instinto natural te empujaría a salir corriendo en la dirección contraria? Si es así, lo más probable es que estuvieras corriendo hacia una muerte casi certera, porque los leones esperan que sus presas hagan precisamente eso. El macho de la manada se mueve de manera furtiva hacia el lugar preciso que el antílope elegiría lógicamente como su mejor vía de escape, mientras que las leonas preparan una emboscada desde una posición directamente opuesta a la del macho. Una vez preparada la trampa, el león ruge con todas sus fuerzas. El asustado antílope, como es natural, se aleja de los rugidos y va a caer en las garras de las leonas que esperan al acecho.
Cuando nos enfrentamos a algo que amenaza nuestra felicidad o seguridad, los humanos solemos alejarnos del "rugido" de la vida cotidiana y acabamos encontrando una situación peor que aquélla de la que huíamos. Nosotros, como el antílope, debemos darnos cuenta de que la supervivencia y el éxito se encuentran en la dirección de los rugidos del león.
Esta lección se debe aplicar tanto para el día a día de la vida profesional como para la personal. Tras un detallado examen, un evento que en apariencia parece bastante amenazador – como un conflicto con tu jefe – normalmente acaba siendo mucho menos peligroso que otras circunstancias, como quedarse sin trabajo o no conseguir rendir al máximo. En lugar de tratar huir del conflicto, es mejor concentrarse en resolver el problema. En otras palabras, cuando algo te salga mal en la vida, corre hacia el rugido, no huyas.
Coraje, valor, resolución para poner las cosas en su sitio por muy alto que sea el riesgo personal, son las cualidades que diferencian la vieja ley de Murphy de su contraria: "Si todo puede salir bien, haré que salga bien".
Todos tenemos el potencial necesario para demostrar coraje en situaciones de peligro, aunque algunos, para encontrarlo, debamos ahondar mucho en nosotros mismos.
¡¡Adelante!!