Un Viaje llamado Coaching

¡¡Rediseña tu Presente, para conseguir tu Futuro!!

martes, 15 de julio de 2014

¿Cómo son los que nos dirigen o Cómo deberían ser?

Cuando la cultura empresarial, apegándose al respeto por la jerarquía y a la tradición corporativa, promueve el silencio e infunde el temor en sus diferentes formas y expresiones, resultará casi imposible aprovechar con ánimo constructivo, los errores surgidos, y que podrían ser relevantes para desarrollar alguna forma de innovación.

Se promulga un cambio de paradigma donde hablamos de, líderes emocionalmente inteligentes con pensamiento estratégico y orientación al logro. Que no se amedrentan ante la incertidumbre del entorno y se atreven a desafiar dogmas y premisas bien enraizadas en la tradición corporativa, para crear nuevas e interesantes oportunidades de negocios. Son líderes, que promueven ambientes cálidos, inclusivos y de abierta camaradería, donde motivan a sus colaboradores a alcanzar logros significativos, que siempre serán mayores y más notables, que la suma de sus aportes individuales.

A este respecto, el estudio realizado por Robert Half Group, caracteriza los efectos del temor en el ámbito laboral, y su influencia para inhibir la innovación, y paralizado ante una visible aversión al riesgo. Este estudio pone en evidencia la expresión de comportamientos potencialmente tóxicos.
Veamos algunos datos relevantes:
       Exponer los resultados de un proyecto atemoriza al 13% de las personas.
       El miedo a cometer errores afecta al 30% de la masa laboral.
       Por temor a ser despedidos, los empleados han disfrutado en promedio, menos días de vacaciones, respecto a los que anualmente les correspondían.
       Muchos trabajadores prefieren asumir una posición de silencio, para minimizar potenciales conflictos.

Toda tentativa de construir una cultura de innovación en el ámbito empresarial, según propone Clayton Christensen, el desarrollo de 5 hábitos claves para motivar la creatividad y el pensamiento lateral, en equipos de alto desempeño:
  1. Asociación: “Pertenezco a un equipo de alto desempeño cuya diversidad en experiencias, edades, formación, intereses y enfoques,…”
  2. Observación: “Integro un rico ambiente colaborativo que se nutre de los recursos de la inteligencia colectiva, …”
  3. Cuestionamiento: “Retamos las prácticas y premisas establecidas en el mercado, y buscamos nuevas y mejores maneras de hacer las cosas, …”
  4. Construcción de Redes: “Somos una organización conformada en red, que aprende del entorno, escucha a sus clientes, …”
  5. Experimentación: “Aprendemos de nuestros errores, …”
Si queremos aportar a la organización innovación, la gestión y la creatividad significan una genuina ventaja competitiva.
Apoyando este argumento a criterio de Gary Hamel, la creación de valor sostenible en una empresa, es el resultado de:
       35% de Pasión
       25% de Creatividad
       20% de Iniciativa
       15% de Intelecto
       5% de Diligencia
       0% de Obediencia

¿¿A qué esperamos para cambiar??

lunes, 7 de julio de 2014

La Atención para Decidir, es sólo una actitud cerebral


La atención es un estado neurocognitivo cerebral de preparación, que precede a la percepción y a la acción. También es el resultado de una red de conexiones corticales y subcorticales con predominio del hemisférico derecho. La atención focaliza selectivamente nuestra consciencia para filtrar el constante fluir de la información sensorial, resolver la competencia entre los estímulos para su procesamiento en paralelo, y reclutar y activar las zonas cerebrales para temporizar las respuestas apropiadas.


Así que…imagínate si no tienes el 100% de tu atención en una sola cosa, es decir, si saltas de actividad cada 20 segundos o cada 5 minutos o eres interrumpido sin cesar en cualquier actividad que entames.
Ver o escuchar, atender y percibir no son procesos sinónimos. Atender o ‘prestar atención’ consiste en focalizar selectivamente nuestra consciencia, filtrando y desechando información no deseada. Sin atención, nuestra percepción, memoria y aprendizaje o no tienen lugar o se empobrecen.
Definir la atención, incluso en lenguaje llano, es difícil, y debemos valernos de metáforas. En el lenguaje cotidiano implica percepción selectiva y dirigida, interés por una fuente particular de estimulación y esfuerzo, o concentración sobre una tarea. El individuo es ‘bombardeado’ durante la vigilia por señales sensoriales provenientes del exterior e interior del organismo; sin embargo, la cantidad de información entrante excede la capacidad de nuestro sistema nervioso para procesarla en paralelo, por lo que se hace necesario un mecanismo neuronal que regule y focalice el organismo, seleccionando y organizando la percepción, y permitiendo que un estímulo pueda dar lugar a un ‘impacto’.

Según Posner, hay 3 tipos de Atención:
1.     Ejecutiva. Permite regular una variedad de redes, tales como las respuestas emocionales y la información sensorial. Se ocupa de las operaciones de selección de la información que será procesada, ya que, la atención tiene una capacidad limitada; sostener ese foco; codificar, que es la capacidad de mantener presente la información, mientras se realiza una acción u operación cognitiva y por último, cambiar.
2.     Alerta. Nos ayuda a mantener un estado de atención.
3.     Orientación. Los sentidos se centran en determinada información. Proceso que permite dirigir el foco de atención hacia una determinada fracción del mundo externo.
El mejor predictor de éxito es el que tiene la Ejecutiva. Que es la capacidad que tenemos para regular nuestros pensamientos, emociones y acciones. Desde aquí, podemos planificar el futuro, resistimos a las distracciones y nos orientamos a nuestras metas.

‘Prestar atención’ equivale a una ‘actitud’ cerebral de preparación que se manifiesta como un esfuerzo neurocognitivo que precede a la percepción, a la intención y a la acción.
Si para tomar decisiones, debemos conocer diferentes alternativas, la atención en las posibles soluciones, así como la disminución o eliminación de distracciones, se hace imprescindible.