El cerebro es un órgano dinámico y la plasticidad neuronal,
es la capacidad que tiene el cerebro para formar nuevas conexiones nerviosas, a
lo largo de toda la vida, en respuesta a la información nueva, a la
estimulación sensorial, al desarrollo, a la disfunción o al daño. La neuroplasticidad es conocida como la “renovación del
cableado cerebral”.
Elkhonon Goldberg, Neurólogo de la Universidad de Nueva
York, dice:
"Durante muchos años, se creyó que a
partir de cierta edad la dotación de neuronas no se renovaba. Las últimas
investigaciones científicas demuestran que la actividad mental modifica el
cerebro y nos conduce a lo que conocemos como “Sabiduría”. Estos últimos
descubrimientos se inscriben en lo que se denomina neuroplasticidad."
En marzo del año 2000, investigadores de la
Universidad de Londres, encontraron que los taxistas de esa ciudad tenían una
parte del cerebro, el Hipocampo -región importante para la memoria espacial-,
particularmente desarrollada, mucho más que el resto de las personas.
En 2002, científicos alemanes hicieron los
mismos hallazgos en la circunvolución de Heschl de los músicos, área de la
corteza cerebral importante para procesar la música…
Y, en 2004, el Instituto de Neurología de
Londres obtuvo los mismos resultados en la circunvolución angular izquierda,
estructura cerebral importante para el lenguaje, en el cerebro de las personas
bilingües…
De aquí podemos extraer que, el cerebro
cambia de forma, según las áreas que más utilizamos, según nuestra actividad
mental.
Que los seres humanos podemos crear nuevas
neuronas a lo largo de toda la vida.
Que el esfuerzo para crear nuevas neuronas
puede incrementarse mediante el esfuerzo mental.
Que los efectos son específicos,
dependiendo de la naturaleza de la actividad mental, las neuronas nuevas se
multiplican con especial intensidad en distintas zonas cerebrales.
Las nuevas neuronas van a parar a las zonas
del cerebro que más usamos: esto es lo que se denomina neuroplasticidad. La actividad puede moldear la mente.
La investigación actual sugiere que la neuroplasticidad puede ser clave para el desarrollo de muchos tratamientos nuevos y más
eficaces para el daño cerebral, ya sea como resultado de una lesión traumática,
un accidente cerebrovascular (ACV), el deterioro cognitivo relacionado con la
edad, o cualquier enfermedad degenerativa (Alzheimer, Parkinson…) incluso en
caso de parálisis cerebral. También TDAH,
dislexia, depresión, anorexia y otros trastornos conductuales y
emocionales.
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